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۞VICENT Y ESTEFANÍA ,14 DE AGOSTO DE 2016۞


viernes, 12 de septiembre de 2014

Querida Estefanía, 


 Se me están haciendo largos los días, eternos… no puedo evitar pensar en aquellos momentos en los que tenía cerca. En octubre te veré pero incluso un mes me parece largo para esperar, ya que apenas hace una semana que te has ido y se me ha hecho una eternidad La vida la paso prácticamente en el bosque. Doy largos paseos que acaban con mi alma, perdiéndome entre el dulce olor a lavanda y pino. Me sé de memoria todos los rincones de la Drova y el Parpalló, en cada lugar me acuerdo de ti, sobre todo cuando alzo mi mirada y miro al cielo. Ayer, arriba de mí pasaron tres aviones en un instante. Recuerdo la última vez que te vi, sentada en uno de ellos, alzando el vuelo y despidiéndote de mí… Noto a faltar el roce de tu cuerpo al dormir, cuando te cogía y no tenía suficientes brazos para arroparte y sentirte cerca. La frialdad inunda mis noches desde que no estás, me siento vacío, solo, apartado de todo. Siento que eres tú el motor que le da energía a mi vida, a través de tus besos, caricias, abrazos… Esta experiencia ha servido para saber cuánto nos necesitamos el uno al otro, lo unidos que estamos y la gran complicidad que existe entre nosotros. Únicamente espero que pase pronto este año para olvidar esta distancia y volver a ser nosotros solos, como lo éramos antes, como lo fuimos en el Marenys el verano paso pasado y en Marchuquera este verano 

 Te amo, no necesitas que te lo diga porque ya lo sabes 

Escrita por quien anhela tu vuelta y sueña con ella cada noche.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Querida Estefanía, 


Sabía que esto pasaría, era totalmente predecible y, efectivamente, no puedo quitarte de mi cabeza. Cada gesto, sensación, aroma, visión…todo me recuerda a ti. Supongo que es porque te tengo presente en cada momento de mi vida, porque formabas parte activa de esa vida y ahora, sin ti, todo me sabe amargo. 


 Ayer subí al cabo de San Antonio. Sabes que para mí es un lugar especial. Sus vistas son privilegiadas y el turquesa del mar se confunde con el celeste del cielo. Es inmenso y eso que solo hablamos de un mar ¿Cómo será el océano? Tú estás cerca de él, allá donde estás no quedará en el aire ni una simple brisa mediterránea. Nunca he soñado con ir a Londres, era un viaje que obviamente quería hacer pero no es un lugar que me obsesione. Lo quería visitar porque se tiene que visitar ya el valor arquitectónico, artístico, histórico… que tiene es innegable pero lo veo tétrico, oscuro, denso, cargado… se que puede parecer una afirmación demasiado arriesgada sin conocer el lugar pero es lo que siempre me ha parecido. Ahora que tú estás allí todavía lo deseo menos, no puedo evitar echarle la culpa de nuestra ausencia. Daría lo que fuese de mi desdichada vida sin ti por tenerte cerca y que la distancias fuesen minutos. 


 Hoy, en cambio, el día ha estado tranquilo. Intento sofocar tu ausencia leyendo y leyendo, es lo único que aporta paz y tranquilidad. Ayer por la tarde fui a la biblioteca a por tres libros y ya voy por la mitad del segundo. Los devoró con los ojos pero a veces, entre líneas, mi ojos leen pero mi mente se pierde pensando en ti. He acompañado a mi madre a misa, era una cosa que tenía pendiente y el lugar estaba perfectamente ornado de flores, guirnaldas, alfombras rojas, y pétalos delicadamente puestos a la entrada del templo. Había una boda. Al llegar, podía oler en el ambiente el delicioso olor de la pólvora. Los novios acababan de marcharse en un Rolls Royce descapotable. Se trataba de la hija de Emili, ya lo conoces, de la Hermandad. Pensé: ¡Esto es una señal! Y, cuando termino la misa, otro grupo de gente esperando abarrotada la llegada de otro coche antiguo. Otra boda, esta vez, no sabía de quien… Por la tarde he ido cerca de la Drova, justo a su lado opuesto, donde está el Cingle Verd, esa preciosa montaña a la que Piera le dedicó una obra. He caminado cinco kilómetros entre barrancos llenos de cantos blanquecinos y maquias que crecían por doquier, sintiéndose dueñas del lugar. Al final del recorrido; un arco. Nada parecido a los que aparecen en las Iglesias, este no había sido tallado por la mano del hombre, sino por el viento, arrebatador y castizo que por miles de años ha erosionado una piedra hasta darle la preciosa forma de una arcada. Había un bosque de pinos marineros. Era precioso. Nada más verlo pensé en la lástima no haber ido nunca contigo a ese lugar. Ahora he anotado en mi corazón otro de los muchos lugares que quiero descubrir junto a ti. 

 Estefanía, se me hace eterna esta espera. No me hacía falta una ausencia como esta para reafirmar que te amo con toda mi alma. Eso es algo que ya sabía pero que cada día fortalezco más. Te necesito, te necesito cada día. El simple acto de vivir me parece una absurdez si no estás junto a mí. Siempre me pregunto, ¿qué he hecho todos estos años sin ti, cómo he podido vivir? 

 Siempre tuyo, para la Eternidad.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Amada Estefanía, 

Hoy ha sido un día de sensaciones agridulces. Por un lado, te he amado hasta el delirio, sintiendo el roce de tu cuerpo contra el mío con la fragilidad única que sólo tú eres capaz de transmitirme, pero por otro… no he podido evitar sentir un gran dolor al verte marchar. 


Supongo que siempre recordaré el momento en el que el avión lanzó su vuelo hasta el nublado cielo. Ser testigo de cómo te ibas alejando... Seguí con mi mirada el avión hasta que se perdió en el horizonte. Era tarde y la noche ya había caído así que únicamente veía una luz intermitente que se escondía de mi mirada, llevándote lejos… 

Al volver a casa he mirado el cielo, lo miraba continuamente… Yo estaba en la tierra y tú estabas en el cielo, lejos… creo que nunca hemos estado a tanta distancia. Nunca hemos estado tan lejos. Nos separan cientos de kilómetros. Hace unas horas te tenía aquí, en este mismo lugar donde ahora te escribo esto. Mi habitación todavía se encuentra embriagada de tu aroma. Donde giro la mirada veo tu ropa, tus cosas… todavía, si me lo propongo, te puedo escuchar. 

 Te prometí que no lloraría al verte ir pero no he podido evitarlo. Sabes que no me gusta demostrar mis sentimientos pero cuando se trata de algo tan fuerte como el amor que siento por ti es inevitable. Me espera una temporada larga sin poder verte, tocarte, sentirte… a mí no me basta una voz telefónica o una imagen en un ordenador. Voy a necesitar de tu calor para poder vivir y eso es algo que hasta noviembre no voy a tener y para mí, eso es esperar demasiado, es como pedirle a un sediento que no beba agua durante más de dos meses. 

 En el momento que te fuiste empecé a contar el tiempo en que volvería a verte, me imagino que en eso se basa el amor, en la ilusión del retorno, del reencuentro… Me he despedido hoy de ti y me parece una Eternidad el momento en que te di el último beso. Voy a vivir un temporada dura ya que una vez se entra en el paraíso es difícil abandonarlo. Tú le has dado luz a mi vida, alegría, optimismo, claridad… ¡cómo puedo renunciar ahora a todo lo que me ha hecho tan feliz! No quiero ni imaginar cómo me va a afectar tu ausencia. Únicamente le veo como remedio imaginar el mañana juntos. Luchar por esos sueños de los que seré capaz de hacer hasta lo imposible para que se cumplan. 


 Escrita por la mano de aquel que te amo, ama y amará mientras su vida dure.

martes, 2 de septiembre de 2014



espués de mucho tiempo sin escribir en este lugar he decidido retomarlo. El motivo no es otro que el amor; el fuerte amor que siento por una mujer y que me empuja a querer transmitirle a través de la palabra todos los sentimientos que su estancia lejos de mí me provocarán. En todas mis anteriores entradas os hablaba a vosotros, directamente, a todos mis seguidores a quienes os guardo un gran aprecio. Era una comunicación en primera y segunda persona. Ahora quiero que seáis testigos en tercera persona de un comunicación que únicamente va dirigida a una mujer llamada Estefanía. Por primera vez escribo en este lugar vivencias verdaderas muy alejadas de todos los escritos fruto de mi inventario de los que vosotros eráis partícipes. Siempre soñando con un amor que jamás venía y escribiéndole sin conocerlo...     

Ahora es cuando me dirijo a ti, Estefanía. Quiero en este lugar hacerte partícipe de todo lo que me rodeará durante tu ausencia. Quiero que vivas cada día como si jamás hubiese existido tu marcha. Será difícil tenerte lejos por esa razón cada día te escribiré todo aquello que albergue mi corazón. Quiero que sepas que jamás amaré a nadie como te amo a ti. Es fácil decirlo, ¿verdad? !Cuántas parejas se habrán dicho eso!, sobre todo si hay una distancia que sea inminente y provoque su separación pero, nuestro caso es diferente. Hay algo en el interior de mi corazón que me dice que nunca ha latido con tanta intensidad como lo hace cuando te tiene cerca. Eres ese pequeño aliento de vida que me hace respirar hacia el futuro y querer buscar un camino compartido.  Te amo

jueves, 6 de junio de 2013





El aire estaba engalanado de todo el frágil humo que desprendían las cientos de antorchas de aceite de citronela que coronaban los límites del vetusto puente Rialto. Las llameantes lumbres que desprendían sus mechas se reflejaban en las vinosas aguas del Piavea, jugando a través de sus pequeñas mareas a desfigurar tan bella estampa. La luna se hallaba vestida de gala en lo más alto de la reinante noche en una Venecia que se preparaba para dar rienda suelta a toda la magia presente en el ambiente y comenzar así sus carnavales. Al fondo de las empedradas calles se hallaba una gran alameda flanqueada por velas que desprendían delicadas fragancia a azahar, lavanda, jazmín...inundando todo aquel paraje de igual modo los caudales inundan las bellas calles de este pequeño paraíso del Véneto, éstas terminaban delante del suntuoso Palazzo Cavalli Franchetti. Allí se postraba, regio y austero, perfectamente iluminado hasta su último recoveco. Dos grandes cortinajes de terciopelo verde obscuro daban la bienvenida a la magnificente entrada de la morada. 

La fachada sólo era un sutil preludio de su fastuoso interior. Un apurado estilo neoclásico recorría aquel edificio metamorfoseándose en esbeltas columnatas toscanas y compuestas, infinitas bóvedas de crucería sostenían las cientos de lágrimas que caían delicadamente de las pomposas lámparas que nos iluminaban. El palazzo se había engalanado para la velada y había disfrazado sus marmóreas paredes de gasas indias para dar comienzo los carnavales y no ser menos que sus habitantes aquella noche. Entré asombrado ante semejante belleza. Iba disfrazado de Parsifal, el mítico caballero del Santísimo Grial, vestía a las espaldas una túnica de batista roja con un traje de caballero de tonalidades azules, me inspiré en el retrato de Ludwig II de Baviera para mi disfraz. La cabeza la llevaba cubierta con una sofisticada máscara de alas de pavo real guarnecida con una greca iraní en sus formas. Entré en el gran comedor y ví como toda la sociedad italiana se movía al son del Vals del Kaiser de Strauss, giraban y giraban delicadamente a lo ancho del gran salón. Las vaporosas vestiduras de las damas bailaban al mismo son que sus dueñas con sentida gracia. 

Todo el mundo se encontraba oculto tras espectaculares máscaras. Andé por allí sin estar seguro qué encontrar exactamente, me movía como un espectro esquivando los delicados vaivenes de todos aquello que bailaban. Me acerqué a la orchesta a escuchar de cerca e intentar ver como las melodías...las notas, claves, aracusas... salían de aquellos instrumentos para ascender hasta la elevada techumbre que nos aguardaba de la noche. Miraba a mi alrededor de desdeñosa manera viendo como el lujo y la ostentación eran los protagonistas de aquel carnaval. Había disfraces verdaderamente apurados; divinidades grecolatinas, reyes y reinas, personajes shakesperianos... un sinfín de bellos disfraces que como colofón final tenían las hermosas máscaras que los complementaban. Allí estaba ella, al fondo de aquel vasto salón, vistiendo un sofisticado traje color rojo pasión, la blanca palidez de sus desnudos brazos hacían perfecto contraste con ese rojo que cubría todo aquello que en la lejanía deseaba. 

Llevaba una gran mascara que cubría sus delicados ojos pero, desde la distancia, podía ver dos perlas azules que asomaban de allí y me miraban fijamente. Me dirigí hacia allí con rigurosa prisa, iba zigzagueando todos los emparejamientos  que se deslizaban por la sala de baile, apenas los rozaba mirándola fijamente. Tenía esa capacidad que únicamente tiene aquel que sueña de volar por todo lugar en busca del cometido de su sueño. Me acerqué a ella, allí estaba, la tenía ante mí. Le pedí bailar y la cogí delicadamente de su mano derecha, la lleve al centro de la gran sala y empezamos a bailar. De fondo sonaba Sangre Vienesa y nuestros cuerpos se acoplaban a las notan que alumbraban los instrumentos de la orchesta. En ese momento...todos desaparecieron. Únicamente estábamos ella y yo. El gran salón era para nosotros. 

Todos desaparecieron y nos cedieron lugar para amarnos a través del baile. Las máscaras ocultaban nuestros rostros pero no necesitaba verla para saber que tenía ante mí una preciosidad de delicada piel. Me rendí y me entregué a la música...a ella. Venecia brillaba en su esplendor, los colores adquirían alma y pigmentaban toda aquella noche mágica. 

Parecíamos flotar por aquel piso, no notaba la suela de mis zapatos en el frío mármol del suelo, algo nos hacía ascender hasta la altura del éxtasis. La música dejó de sonar...la sala volvía a llenarse de máscaras y risas. Siempre habían estado allí pero, por un momento, yo y ella los habíamos borrado de allí. Con una suave voz me dijo que la acompañase fuera. Aquella noche recorrimos Venecia con nuestras máscaras, todavía no quería descubrir su rostro, quería que el carnaval no terminase, disfrutar hasta última hora de aquel sueño. 

La Piazza di San Marco se encontraba bellamente decorada con guirnaldas, ambos paseamos por aquellas calles viendo nuestros reflejos en las cristalinas aguas.La besé, no pude remediarlo...la besé. Sus labios eran demasiado tentadores para no hacerlo...la volví a besar. 

Ella me devolvió el beso y se quitó la máscara. 

La vi, me enamoré de ella. La volví a besar... 

No podía creerlo.

Era la hija de Filippo Argenti, no sabe que maté a su padre en un duelo.  Pero la volví a besar...y la amé.

viernes, 10 de agosto de 2012

El Amor nos desgarrará...

domingo, 4 de marzo de 2012

Cuando en el final de los tiempos las tinieblas envuelvan al mundo y todas las almas errantes vaguen sin dirección… mi alma no parará hasta encontrarte perdida entre la desolación de nuestro género. Unido a ti... con la limpidez de tu mirada... no me será tan dolorosa la condena; pues tu compañía, siempre reconfortará el sufrimiento para eso que llamaremos Eternidad.